The Economist elogió el éxito del país en base a nuevas actividades

Hace un par de días el prestigioso y antiguo medio de comunicación ingles “The Economist” elogió las articulaciones macroeconómicas impulsadas por el gobierno de Horacio Cartes en un material titulado: “El sorprendente éxito de un país mediterráneo”, en su versión impresa.

A continuación parte del contenido desarrollado en la publicación. Muchos de los visitantes a Paraguay nunca llegan más allá de Ciudad del Este, la segunda mayor ciudad del país.

Excursionistas brasileños cruzan todos los días el Puente de la Amistad, sobre el río Paraná, hacen compras en apretados centros comerciales y vuelven al Brasil cargados de productos electrónicos baratos, mantas de fabricación china y jeans Armani, algunos de ellos originales. La ley limita estas compras en US$ 300 por mes, libres de impuestos, algo que, tanto los clientes, como los guardias de ambas fronteras, lo ignoran.

La recesión de Brasil golpeó en este comercio que algunos consideran incorrecto. “Normalmente, no se podía pasar por aquí a causa de la multitud”, suspira un taxista sobre la Avda. Monseñor Rodríguez, la vía principal de Ciudad del Este. Las ventas en SAX, el centro comercial más elegante de la ciudad, cayeron 90% el año pasado.

PRIMEROS LUGARES

Y, a pesar de esto, a este país mediterráneo y escasamente poblado le va mejor que a otros en la región. Su PIB anual comparativo creció 6,2% en el segundo trimestre del 2016. Se ampliará en torno al 3% este año y también el próximo, según los pronósticos del FMI. Eso lo coloca en los primeros lugares entre las economías de América del Sur.

Agrega que se espera que una recuperación de los precios de los productos básicos ayude, pero parte del éxito de Paraguay proviene de la adición de nuevas actividades a sus tradicionales rubros. En lugar de solo desarrollar la agricultura y vender bienes a precios reducidos a los turistas, el país está empezando a fabricar cosas. Sus propios consumidores están comprando más.

De acuerdo a la nota, aunque los extranjeros todavía piensan que Paraguay (si es que lo piensan en absoluto) es como un bazar barato y un refugio raro para nazis fugitivos, el país se está convirtiendo en una economía moderna.

Destaca también que el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, quien pertenece al Partido Colorado, ha tratado de modernizar el marco dejado por el dictador. Ha reemplazado politiqueros en ministerios con tecnócratas educados en Occidente (el personal del Ministerio de Hacienda y del Banco Central es altamente profesional).

Cartes logró limitar, mediante una ley, el déficit del gobierno central a 1,5% del PIB, pero continúa a gastar dinero en programas contra la pobreza. Junto con el crecimiento económico estable y el aumento de los salarios, éstos han reducido la tasa de pobreza a la mitad, un 20%, entre 2003 y 2014.

Resalta que una docena de maquilas en los suburbios de Ciudad del Este producen desde ropa hasta piezas de automóviles. Hace cinco años no había ninguna. A lo largo del Paraguay, los inversores han puesto en marcha 70 de estas empresas en los últimos tres años, más que todas, durante la década anterior. Estas empresas son la base de un sector industrial que podría poner fin a la dependencia del Paraguay de las exportaciones agrícolas sujetas a la variabilidad climática y a la exportación de electricidad, dice Gustavo Leite, ministro de Industria y Comercio.

El Brasil importa anualmente US$ 70 mil millones en bienes de Asia. Leite piensa que Paraguay podría capturar una décima parte de eso, duplicando su producción industrial y transformar así el país en una “China del Brasil”. Ese es un objetivo valioso, aunque ampuloso. Para lograrlo, Paraguay tendrá que mantener sus políticas económicas sensatas y mejorar la infraestructura, educación y salud. LA NACION

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