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Taiwán mantendrá su liderazgo en la fundición de chips pese a la expansión de TSMC en EEUU

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Taiwán mantendrá su liderazgo global en la fabricación de chips pese a la expansión de TSMC en Estados Unidos, según expertos, quienes interpretan la inversión de 100.000 millones de dólares de la tecnológica en el país norteamericano como un gesto de buena voluntad hacia Donald Trump.
El mandatario republicano y el director ejecutivo de TSMC, C.C. Wei, anunciaron el lunes pasado desde la Casa Blanca esta nueva batería de inversiones, encaminadas a la construcción de tres nuevas fábricas, dos instalaciones de empaquetado de chips avanzados y un centro de investigación y desarrollo en territorio estadounidense.

Estos 100.000 millones se suman a los 65.000 millones de dólares de inversión ya comprometidos por TSMC en Phoenix (Arizona), donde posee una planta que comenzó a operar a finales de 2024 y tiene previsto abrir otras dos adicionales en los próximos años.

En opinión de Michael Cunningham, investigador asociado en el Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage, un laboratorio de ideas con sede en Washington, la expansión de TSMC en EEUU no amenazará la posición dominante de Taiwán, que “cuenta con el clúster de semiconductores más completo del mundo”.

“Es posible que la proporción de chips producidos en Taiwán disminuya con respecto a los niveles actuales y que la proporción fabricada en EEUU aumente, pero TSMC sigue siendo una empresa taiwanesa y el centro neurálgico de sus operaciones permanece en Taiwán”, subraya a EFE el experto.

Unas inversiones previsibles en pleno auge de la IA

Según las últimas estimaciones de la consultora TrendForce, Taiwán controla en torno al 66 % del mercado global de fundición de chips avanzados, esenciales para empresas estadounidenses como Nvidia, Apple o AMD y aplicaciones de inteligencia artificial (IA) y computación de alto rendimiento.

Dada la concentración de estas compañías en EEUU, era hasta cierto punto “inevitable” que TSMC, el mayor fabricante de chips avanzados del mundo, acabara trasladando parte de su producción a ese país, afirma Alicia García-Herrero, del banco de inversión francés Natixis.

“Taiwán sigue siendo bastante indispensable, pero menos. No creo que se pueda decir que ya no existe el ‘Silicon Shield’, aunque se empieza a desgastar”, aclara a EFE la economista, refiriéndose a la idea de que la industria de semiconductores de Taiwán y su importancia a nivel global actúa como una suerte de protección estratégica para la isla frente a un eventual ataque de China.

“Creo que es ley de vida que si tienes la IA en tus equipos más avanzados de seguridad y en equipamiento militar, los produzcas en tu país”, apunta.

Mientras avanza la construcción de estas seis nuevas instalaciones, algo que culminará, probablemente, una vez finalizado el mandato de Trump, Estados Unidos “seguirá dependiendo de los semiconductores producidos en Taiwán”, cuyo clúster industrial “no puede ser reemplazado ni trasladado en el futuro cercano”, recalca Cunningham.

“La demanda sólo aumentará a medida que la administración de Trump persigue sus objetivos relacionados con la reindustrialización y la inteligencia artificial, y el éxito de estos objetivos depende de que las empresas estadounidenses puedan acceder a grandes cantidades de chips a precios competitivos”, sostiene.

¿Logrará Taiwán evitar los aranceles de Trump?

Aunque TSMC haya defendido estas inversiones desde una óptica meramente empresarial, el Gobierno taiwanés también busca acercar posturas con Donald Trump, quien amenazó con imponer aranceles de hasta un 100 % a los chips taiwaneses y acusó en varias ocasiones a la isla de “robar” la industria de semiconductores de Estados Unidos.

“Claramente es una respuesta a la presión de Trump para que se produzcan más semiconductores avanzados en Estados Unidos y también, sinceramente, que el Gobierno de Taiwán ha puesto presión, porque está en juego que haya aranceles sobre semiconductores que perjudicarían a TSMC y al resto de la industria”, dice García-Herrero.

Para Cunningham, este movimiento se entiende “principalmente desde una perspectiva política”, puesto que desde el punto de vista del coste, la calidad y la eficiencia “tendría más sentido tanto para TSMC como para sus clientes estadounidenses seguir apostando por la fabricación en Taiwán”.

“La presión para que los fabricantes de chips de Taiwán trasladen su producción a EEUU no comenzó con Trump y probablemente no terminará cuando abandone el cargo. El anuncio de TSMC refleja el reconocimiento de sus líderes de esta incómoda realidad política, que esperan manejar mostrando al Gobierno y al pueblo de Estados Unidos que están contribuyendo activamente a sus prioridades”, sentencia el investigador.

Fuente: EFE.

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