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A 157 años del hundimiento del Tacuarí
El 23 de marzo se cumplió un año más del dramático final del buque insignia de la flota paraguaya durante la Guerra de la Triple Alianza. El vapor Tacuarí representó durante más de una década el orgullo de la Armada Paraguaya, hasta su sumergimiento en 1868.
Francisco Solano López, en su rol de representante de la Legación Paraguaya en Londres y durante su misión diplomática en Europa, anunció en su comunicación oficial al ministro de Relaciones Exteriores, Benito Varela, que había firmado un contrato el 8 de diciembre de 1853 para la construcción de un buque de guerra a vapor, el cual llegaría completamente equipado en un plazo de ocho meses.
Para enero de 1854, López atravesaba problemas económicos que dificultaban la construcción del vapor. Sin embargo, logró obtener un préstamo de 4,000 libras esterlinas (20,000 pesos fuertes) del comerciante liverpuliano D. Alejandro R. Lafore, con un interés del 7%. Este financiamiento permitió iniciar la construcción del vapor en el astillero de John y Alfred Blyth en Inglaterra.
El nombre Tacuarí no fue elegido al azar; derivaba de la histórica batalla del mismo nombre, ocurrida el 9 de marzo de 1811, donde las fuerzas paraguayas triunfaron frente al ejército invasor comandado por Manuel Belgrano. Esta batalla a su vez tomó el nombre del río donde tuvo lugar el enfrentamiento, el río Tacuarí (que significa bambu en español).
Si bien en un principio se proyectó con un desplazamiento de 428 toneladas, al finalizar su construcción alcanzó las 488 toneladas. Su innovador sistema de propulsión de “ruedas laterales independientes” le permitía aprovechar al máximo la potencia de sus dos máquinas de 180 hp.
Aunque el contrato estipulaba una velocidad mínima de 12 millas por hora, el navío superó todas las expectativas al alcanzar los 16 nudos, destacándose como uno de los más rápidos de la región. En cuanto a su armamento, contaba con seis cañones Whitworth: dos de 60 mm, dos de 32 mm y dos de 8 mm.
El costo total del Tacuarí se estima en 20,000 libras esterlinas, ya que López mencionó que las 4,000 libras entregadas representaban “la quinta parte de lo que cuesta el buque”. Esto equivalía a 100,000 pesos fuertes paraguayos, 6,265 onzas de oro españolas o 152 kg de oro. Convertido a valores actuales, el Tacuarí costaría aproximadamente 13.7 millones de dólares en 2025.
El 21 de enero de 1855, el Tacuarí completó su primer viaje transoceánico, arribando al puerto de Asunción bajo el mando del capitán inglés George T. Morice. El buque llegó tripulado por 16 marinos ingleses, de los cuales catorce regresaron a Londres en el primer barco disponible. Sin embargo, el comandante Morice y dos maquinistas permanecieron en Paraguay.

Inmediatamente, tras su llegada, el Tacuarí reemplazó a la balandra Estrella como buque insignia de la Armada del Paraguay. El 27 de septiembre de 1859, el Tacuarí realizó su segundo viaje significativo, transportando al general Francisco Solano López y su comitiva al Río de la Plata. La misión tenía carácter diplomático: mediar en el conflicto entre los gobiernos de la Confederación Argentina y Buenos Aires, representados por los generales Justo José de Urquiza y Bartolomé Mitre, respectivamente.
Tras esta misión, el buque enfrentó un incidente diplomático cuando embarcaciones de la marina inglesa le impidieron desplazarse fuera del área portuaria de Buenos Aires. Solo después de resolverse este conflicto entre los gobiernos británico y paraguayo, el Tacuarí pudo retornar a Asunción el 30 de enero de 1860.
Durante aproximadamente cuatro años, el buque permaneció relativamente inactivo, limitándose a navegaciones dentro del territorio nacional para transportar personal, víveres y pertrechos hasta la fortaleza de Humaitá.
Francisco Solano López fue informado de la invasión brasileña a Uruguay, un hecho que interpretó como una amenaza directa al equilibrio de poder en la región.
Ante esta situación y previendo el riesgo que representaba para Paraguay, López, quien se encontraba en Cerro León, decidió ordenar la captura del buque brasileño Marqués de Olinda el 11 de noviembre de 1864.
El teniente primero de Marina, Remigio Cabral, capitán del Tacuarí, recibió la orden de interceptar la embarcación brasileña, que ya había zarpado rumbo a Corumbá. Gracias a su velocidad, el Tacuarí logró alcanzar al Marqués de Olinda, marcando así uno de los primeros actos hostiles que precipitarían el conflicto bélico en la región.
Luego, el Tacuarí lideró la columna que asaltó posiciones brasileras en el territorio de Mato Grosso y tomó parte en la decisiva batalla de Riachuelo, donde recibió múltiples impactos. La derrota paraguaya en este enfrentamiento dejó a su flota relegada principalmente a tareas logísticas.
Durante el retiro de las tropas paraguayas de Humaitá, el Tacuarí, junto con el vapor Ygurey, desempeñó el transporte de tropas, equipaje y artillería hasta las cercanías de Timbó, sin ser interceptados por la escuadra brasileña.
Sin embargo, la creciente del río y la inutilización de las baterías de Timbó permitieron que los buques brasileños finalmente pudieran acercarse a las posiciones paraguayas.
Los aliados, reconociendo que no podían completar efectivamente el sitio de Humaitá mientras no cortaran la comunicación entre esta fortaleza y Timbó, iniciaron una operación decisiva.
Los acorazados brasileños Barroso, Río Grande, Bahía y Pará bajaron desde Tayi y se posicionaron estratégicamente entre estas dos posiciones paraguayas, sorprendiendo a los vapores Ygurey y Tacuarí.
Ambos vapores paraguayos resistieron el ataque enemigo e intentaron resguardarse bajo la protección de las baterías de Timbó, sin posibilidad de escapar hacia Humaitá.
El Ygurey, gravemente dañado por los cañonazos, logró alcanzar la orilla del Chaco, cerca del riacho Guaycurú, lo que permitió a su tripulación ponerse a salvo antes de que la embarcación se hundiera.
El Tacuarí intentó maniobras evasivas, avanzando y retrocediendo mientras recibía múltiples impactos del monitor Pará. Gracias a su mayor velocidad, logró internarse en el riacho Guaycurú mientras era perseguido sin tregua por el acorazado Bahía. Este angosto canal, de apenas 54 metros de ancho, finalmente acorraló al Tacuarí en el estrecho riacho.
Bajo intenso fuego enemigo, la tripulación llevó a cabo un último acto de resistencia. Embicó contra la barranca alrededor de las 09:30 de la mañana, asegurándose a tierra con una amarra. Para impedir que el buque cayera en manos enemigas, los propios tripulantes retiraron las válvulas de las bombas, provocando un hundimiento controlado mientras encallaban la nave en la barranca. La infantería paraguaya, emboscada en el bosque de la barranca, proporcionó cobertura desde los árboles para desembarcar su artillería, apuntando a los oficiales y timoneles del acorazado Bahía.
Este último, imposibilitado de capturar el buque, decidió hundirlo, disparando bombas, metralla y balas rasas con sus dos piezas rayadas de calibre 150. Hacia las 11:00 horas del 23 de marzo de 1868, el casco del Tacuarí se sumergió hasta tocar el fondo de cuatro brazas, quedando visible únicamente parte de su chimenea.
Según testimonios históricos, durante las bajantes del río, los restos del Tacuarí seguían siendo visibles mucho tiempo después de su hundimiento, como un recordatorio silencioso del vapor nacional que tantos y tan importantes servicios prestó a Paraguay antes y durante la guerra.
*Agradecimiento a José Samudio por los datos proporcionados. UH
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